
The Stranger (2025), de François Ozon
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Suscribite a CALIGARI “La vigencia del absurdo“
Por Natalia Llorens
Adaptar un clásico literario nunca es un ejercicio neutro: se trata de entrar en diálogo con un texto que, por su peso cultural, parece intocable. Ese es el caso de El extranjero de Albert Camus, publicado en 1942 y considerado una de las piedras angulares de la literatura del siglo XX. François Ozon se atrevió a trasladar esta obra al cine en francés por primera vez, asumiendo un reto que otros directores habían intentado sin lograr un consenso favorable. Lo que propone Ozon no es simplemente reproducir la trama, sino hacer visible aquello que en la novela se insinuaba como atmósfera: el absurdo, la alienación y la tensión entre libertad y condena. La historia de Meursault, ese hombre común que reacciona con desconcierto frente a la muerte de su madre y termina cometiendo un asesinato, conserva su potencia porque toca fibras universales. El desconcierto del protagonista no se limita a la anécdota de un crimen: se trata, más bien, de una confrontación con la falta de sentido de la existencia. Camus, obsesionado con el absurdo, nos mostraba que la vida carece de justificación última y que la única certeza es la muerte. Ozon recoge esta herencia y la proyecta en un escenario visual donde lo cotidiano se convierte en reflejo de una crisis existencial mayor.
Lo más inquietante de la historia no es el acto violento en sí, sino la frialdad con la que Meursault asume cada acontecimiento. Su negativa a llorar en el funeral de su madre, su indiferencia frente al amor, su aparente pasividad ante la injusticia, funcionan como síntomas de un distanciamiento radical frente a las convenciones sociales. La sociedad, incapaz de tolerar esta falta de gestos normativos, lo condena no tanto por el asesinato sino por no haber mostrado la emoción esperada. Este punto, central en la obra de Camus, encuentra eco en la mirada de Ozon, quien insiste en mostrar cómo lo que se juzga en realidad es la incapacidad de Meursault para adaptarse a los rituales de pertenencia. El relato también expone una tensión política que hoy resulta especialmente elocuente. Ambientada en la Argelia bajo dominio francés, la historia refleja un contexto colonial en el que las vidas no valen lo mismo según la pertenencia étnica o social. El hecho de que el crimen recaiga sobre “un árabe”, cuya individualidad se borra en la narración original, abre interrogantes sobre la violencia estructural y la mirada eurocéntrica que Camus, consciente o no, puso en juego. Ozon recupera esta dimensión y la subraya al situar la acción en un tiempo en que los conflictos coloniales estaban al rojo vivo, recordándonos que el absurdo existencial no puede desligarse de las condiciones históricas concretas.
Meursault, en este sentido, encarna la paradoja del hombre libre y prisionero a la vez. Libre porque se niega a fingir emociones que no siente; prisionero porque esa sinceridad lo convierte en enemigo del orden establecido. Su descenso hacia la condena no es, por lo tanto, solo personal, sino también social: representa lo intolerable de una subjetividad que no se ajusta a las expectativas. Allí radica el corazón del absurdo camusiano, que Ozon rescata con fidelidad. La pregunta que queda flotando es incómoda: ¿qué hacemos con quien se niega a participar en la gran farsa de las convenciones? La vigencia de El extranjero se demuestra en cómo sus temas resuenan en la actualidad. La sensación de alienación, el vacío frente a la muerte, la arbitrariedad de los sistemas de justicia, la tensión entre individuo y colectividad, siguen siendo problemas abiertos. En un mundo donde la presión social exige mostrar emociones correctas, “ser empáticos” o responder con entusiasmo a rituales colectivos, la figura de Meursault aparece como un espejo oscuro: alguien que simplemente no puede o no quiere fingir. El precio de esa honestidad es altísimo, pero también profundamente revelador.
Ozon, al elegir este texto, demuestra una fidelidad doble: hacia el legado literario de Camus y hacia su propio interés en personajes que desafían las normas. La adaptación no busca domesticar la obra ni suavizar su dureza, sino intensificar esa incomodidad que la vuelve inolvidable. En lugar de un relato cerrado, nos encontramos con un mosaico de tensiones: la del individuo frente a la sociedad, la del colono frente al colonizado, la de la vida frente a la certeza de la muerte. Y en todas ellas se percibe la huella del absurdo, esa categoría que Camus convirtió en brújula filosófica. The Stranger de Ozon no resuelve el enigma de Meursault, porque resolverlo sería traicionar la esencia del personaje. Lo que hace, más bien, es multiplicar sus aristas y recordarnos que la pregunta por el sentido, o la ausencia de él, sigue siendo tan actual como en 1942. En esa insistencia en la incomodidad radica su fuerza: se trata de un recordatorio de que el absurdo no es una anécdota literaria, sino una condición humana que, tarde o temprano, todos enfrentamos.
Titulo: The Stranger
Año: 2025
País: Francia
Director: François Ozon
Foco: San Sebastián 2025La entrada The Stranger (2025), de François Ozon se publicó primero en Caligari.
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